martes, 28 de enero de 2025

El enigmático caso del hombre-gato que aterrorizo a Argentina

 



En 1984 un desconocido enfundado en un disfraz gatuno inició una ola de ataques en Buenos Aires nunca esclarecido.

Impredecible y amoral como todo gato, apareció de repente una noche de invierno de 1984 en Brandsen para iniciar un derrotero de tropelías por el conurbano bonaerense. A lo largo de siete meses puso de cabeza a la policía, aterrorizó a la población de distintas localidades y se ganó un lugar destacado en las noticias, hasta que se esfumó tan súbitamente como había llegado dejándonos con una incógnita que todavía perdura.

Estamos hablando del desconocido que aquel año perpetró varios ataques disfrazado de gato con resultados obviamente desastrosos, porque un humano y un gato solo pueden dar lugar a la peor cruza posible.

Según dijeron los testigos, se trataba de un ser vestido enteramente de negro, con una máscara equipada de orejas punteagudas y con garras de metal con las que hería a sus desprevenidas víctimas mientras profería horrorosos maullidos.

Al principio se lo llamó “el Gato Montés” pero pronto el Diario Popular lo rebautizaría inmortalizándolo como “El Hombre-Gato”. Salvo por los primeros episodios, que fueron ataques sexuales, nunca se supo por qué se dedicó durante meses a sorprender y rasguñar transeúntes para luego huir sin matar ni robar, lo cual en realidad no deja de tener cierta lógica: los que tenemos un gato en casa sabemos que este animalito juega todo el tiempo a sorprendernos y simular que nos ataca porque la Naturaleza lo diseñó justamente para que esa sea su principal ocupación.

Estoy viendo a un feo gatito

La mañana del 5 de agosto de 1984 la localidad bonaerense de Brandsen amaneció con la noticia del asalto sexual a una joven la noche anterior, que dijo haber sido sorprendida en su cuarto por un hombre enmascarado que maullaba, con garras, disfrazado de gato.

Pronto los vecinos comenzaron a escuchar en las noches horribles maullidos que claramente eran producidos por una persona y poderosos rasguños en las puertas de las viviendas. Quienes hablaron con la prensa amarillista dijeron haber visto a un hombre alto dotado de una increíble agilidad que andaba por los techos con la misma destreza con que lo haría un minino.

Se dijo que la Policía le dio poca relevancia al principio y los ataques siguieron aunque ya no eran de tipo sexual sino incomprensibles. El malvado felino humano sorprendía a cualquiera que anduviera por la calle en la noche y simplemente lo lastimaba con sus poderosas garras artificiales para después huir sin robarle nada.

El miedo se apoderó de la gente al punto que ya nadie salía cuando bajaba el sol. Los hombres se empezaron a organizar para darle caza mientras que la Policía rastreaba sin suerte las llamadas del maleante gatuno, que constantemente se burlaba. La paranoia alcanzó tal magnitud que los hombres jóvenes y atléticos de Brandsen se transformaron en sospechosos y hasta hubo un profesor de karate, Carlos Godoy, que se vio obligado a aclarar públicamente que él no tenía nada que ver con el peludo personaje.

Hubo un testigo que se dio a conocer como Arnaldo Llaños, que dijo haber sido sorprendido una noche por el extraño felino y haber luchado con él, saliendo vivo de milagro aunque con un par de heridas. Nunca más se supo del tal Llaños y hubo quienes pensaron que fue un testigo con nombre falso, pagado por los medios amarillistas para seguir vendiendo ejemplares.

Sin embargo, el famoso gato estaba muy lejos del verdadero espíritu felino porque se sabe que la curiosidad mató al gato y que a estos animales el peligro no los disuade de persistir en sus travesuras. En cambio, este atacante seguramente se habrá percatado de que tantos vecinos armados representaban un enorme riesgo así que no tardó en mudarse a otras localidades. Monte Grande, Burzaco, Almirante Brown y Lavallol se convirtieron en nuevos blancos de sus ataques y también se lo vio de trapisondas en Córdoba, Santa Fe y en Capital Federal, en zonas de arboledas.

Gatos empoderados

Cuando el desconocido amplió su radio de acción, las historias que circularon empezaron a cambiar muchos detalles –para algunos usaba pantalón y polera negra mientras que para otros estaba cubierto de pelo, por ejemplo- pero todos coincidían en que ya no se trataba de un solo Hombre-Gato sino de varios que se complotaban para salir a maullar muy fuerte a la vez que arañaban las puertas, y hasta murmuraban entre ellos palabras que parecían del portugués.

En esta segunda etapa el miedo alcanzó el rango de una psicosis colectiva –sobre todo entre los niños y las chicas jóvenes- porque además estos felinos estaban más desatados que nunca y ya no eran babosos acosadores de mujeres, sino verdaderos cazadores: se arrojaban desde las copas de los árboles a clavar sus garras en el que pasara debajo, aunque afortunadamente no llegaban a matar.

El límite llegó cuando se informó de una niña de 9 años que sufrió heridas considerables y finalmente se habló de dos hombres que resultaron muertos. La verdad es que nunca se confirmó la veracidad de esas dos muertes que informaron algunos medios pero fue suficiente para desatar el pánico y forzar a la Policía a un operativo más contundente.

A fines de diciembre de 1984 se publicó la versión de que habían abatido en Ezeiza a un hombre disfrazado de gato, pero la alegría duró poco. En los primeros días de 1985 el despreciable bicho volvió a ser noticia y esta vez se dijo que un joven que integraba la patrulla vecinal del barrio de Cabañas recibió un balazo que iba dirigido al Hombre-Gato, quien logró escabullirse y escapar… ¡a bordo de un auto manejado por uno de sus amigotes-gato!

Sin cartita de despedida

El último megaoperativo del que se tiene noticia ocurrió en General Sarmiento a fines de febrero de 1985, cuando se lo vio por última vez. Seguramente consciente de que tarde o temprano algún vecino acertaría y le pondría fin a sus nueve vidas de un solo balazo, el Hombre-Gato se esfumó tan furtivamente como había llegado, dejándonos para siempre con la intriga de su identidad y de sus motivos.

En la nota de la Revista Oz se detalla la historia que hace 35 años atemorizó a la población y las extrañas teorías que se tejieron en torno a él (o ellos). Se dijo, por ejemplo, que los hombres gato pertenecían a una siniestra secta brasileña (de ahí las palabras sueltas que se les escucharon pronunciadas en portugués) y también se pensó que podía tratarse de una raza de supersoldados creada artificialmente por los militares.

Existe otro trabajo, esta vez una monografía, en la que se detalla las peripecias de esta bizarra investigación que transcurrió más bien en el ajetreado mundo de los medios antes que en el racional ámbito de la ley.

En el balance final, ante lo poco creíbles que sonaban las historias en torno a este curioso personaje, para las autoridades todo se redujo a un ataque inicial de algún pervertido que se disfrazó para abusar de una joven, al que siguieron un par de imitadores bobalicones. El resto –los testigos, los hombres cubiertos de pelos que corrían por los tejados, las patrullas vecinales- habría sido una pura invención –o por lo menos exageración- de los diarios y revistas que aquella vez incrementaron sus ventas con la saga de los ataques.

Pero invento o no, el Hombre-Gato quedó en la memoria de muchos que todavía recuerdan los días en que nos tuvo en jaque, y su leyenda forma parte de varios libros sobre los mitos urbanos de Buenos Aires.

No sabemos si está vivo todavía aunque descartamos que 35 años después esté en condiciones de volver a hacer de las suyas. Pero quizás acercándose a la vejez aquel gato malcriado haya madurado y se decida a ir a algún magazine de la TV y confesar que un día lejano de 1984 asustó a los argentinos liderando la pandilla de los Hombres-Gato.

Fuentes: https://laurbedigital.com.ar/noticias/2022/07/10/la-leyenda-del-hombre-gato/

La Leyenda del Hombre Gato (Documental) -Mitos Urbanos-




lunes, 6 de enero de 2025

Ikaruga, cuando un videojuego es racista (y te vuelve racista)


Videojuegos que son controversiales por diversas razones abundan, y una forma en que causan controversia es por racismo, ya sea real, implícito o exagerado. Un ejemplo es el “clásico” Custer's Revenge, de 1982, que pueden ver aquí. Aunque en este caso el racismo y la violencia sexual contra las mujeres fueron incluidas a propósito con el fin de crear controversia y mayores ventas.

Y luego tenemos a Ikaruga, de 2003, un shoot-'em-up (o simplemente un juego de navecitas) donde tienes que dispararle a todo lo que sea negro mientras tu eres blanco, o blanco mientras tu seas negro… Dejemos que esta crítica lo explique mejor.

Soy el último en atacar un juego, créeme. Cuando atacaron Mortal Kombat, me burlé, y cuando culparon a Grand Theft Auto 3 de todos los males del mundo, negué con la cabeza. En general, no creo que se pueda culpar al entretenimiento de los problemas de nadie. Sin embargo, como cualquier otra cosa, se puede llevar demasiado lejos.

Entra Ikaruga, un "shmup" (shoot-'em-up) lanzado en los Estados Unidos por Atari, que es fácilmente la pieza de entretenimiento informático más repugnante jamás diseñada. A diferencia de muchos shooters, que son aventuras espaciales inofensivas en comparación, Ikaruga va tan lejos como para fomentar la desigualdad racial.

En un "shmup" estándar, pilotas una nave espacial, disparando constantemente a enemigos aleatorios y evitando su fuego. Ikaruga toma esta premisa simple y divertida y la convierte en un ojo morado del que la industria del juego nunca se recuperará.

En lugar de simplemente hacer que atraviesas los niveles, Ikaruga te obliga a cambiar entre ser blanco o negro, y luego te obliga a luchar contra enemigos que solo son de uno de esos dos colores. Sí, no solo te animan a ser negro y destruir un barco negro, perpetuando así la idea de la violencia de negro contra negro, sino que mientras eres negro, todos tus ataques infligen el doble de daño contra los enemigos blancos. Muy elegante. Del mismo modo, mientras eres blanco, no solo se supone que debes dañar a tus compañeros blancos, sino que tus ataques de odio también infligen el doble de daño a los enemigos negros. Sí, Atari quiere específicamente que apuntes a los "enemigos negros" y los elimines.

Como si todo eso no fuera lo suficientemente malo, y cuando crees que el mensaje de Atari no puede ser más claro, llegas al jefe del primer nivel: un hombre blanco grande con un escudo negro. Piensa en eso por un segundo. Incluso cuando los colores están unidos, no son iguales. ¿Crees que Atari ha terminado de destruir tu moralidad? Apenas. Un segundo jugador puede unirse a la "diversión" para que puedas difundir felizmente los prejuicios de Atari entre tus compañeros. Entonces, ¿la persona con la puntuación más alta es la más racista? Ese no es mi videojuego, Atari. Eso no debería ser de nadie. Estoy de acuerdo con que la gente pueda disparar cosas, pero no los recompenses con puntos de combo para quien pueda eliminar la cadena más larga de negros sin dañar a un blanco.

No sientas que no reconozco que todo esto es absurdo. Créeme que sé que es tan bien como tú, pero a veces nos quedamos inconscientes del tipo de ideas que están encontrando su camino en nuestras mentes. Por esa razón, nosotros, como jugadores, debemos oponernos a este tipo de sabotaje mental sutil. La gota que colmó el vaso fue ver que The Next Level estaba organizando un concurso en el que regalarían tres copias de Ikaruga a sus lectores, incluido un primer premio que consistía en una gran caja de Ikaruga y un juego de sake. La última vez que lo comprobé, los sitios de juegos no estaban diseñados para repartir odio, y por eso me resistí a entrar. Espero sinceramente que el ganador de este concurso pueda dormir por la noche después de beber de esa taza de sake sabiendo que no solo estaba bebiendo alcohol japonés, sino también la sangre de las víctimas de delitos de odio en todo el mundo.

Hablo para animar a todos los que están de acuerdo conmigo a que hagan oír su voz. He iniciado una petición en línea (http://www.petitiononline.com/badikar/petition.html) para obligar a Atari a detener esta enfermedad y obligarlos a cambiar el juego para mejor. Con tu ayuda, y con tu voz, podemos obligar a Atari a cambiar los colores de Ikaruga a azul y naranja, para evitar cualquier daño mayor. Si algunas personas con imaginación vívida imaginan que tal vez los oficiales de policía y los trabajadores viales tienen una pelea, entonces no se hace daño. Eso es solo una travesura estándar de los juegos. Animo encarecidamente a todos y cada uno de ustedes a que lo firmen y les demostremos que nosotros, como jugadores, no nos quedaremos de brazos cruzados mientras nuestro amado pasatiempo se convierte en una plataforma para el odio.

Dios los bendiga.

Video de esta afrenta contra la humanidad, el sentido común y la decencia.


Fuente de la critica:  Ikaruga: Racismo moderno y subliminal - Un editorial invitado