¿Qué os parece la imagen con que abro el post? Es una enorme máscara de bronce, de unos tres metros de ancho y otros tantos de alto. ¿No os da un poco de yuyu? ¿Qué representan esos ojos saltones? ¿Y de qué estilo es? ¿Azteca, maya, africana, india…?
La escultura es china -tampoco era difícil de adivinar, estando en el blog en el que estamos- y ella, como muchas otras encontradas en el centro del país hace casi 30 años, forman parte de uno de los grandes misterios arqueológicos de este país asiático, por no decir del mundo entero. Pertenecen a la llamada cultura de Sanxingdui (que viene a significar “colina de las tres estrellas”), una civilización que se desarrolló en el centro de China (lo que hoy es la provincia de Sichuan) hace unos 3.000 o 4.000 años y de la que apenas se sabe nada.
No dejó escritos, ni se habla de ella en los anales de ninguna otra civilización. Sus restos arqueológicos muestran un arte muy original, muy diferente del de sus contemporáneos los Shang (los chinos del río Amarillo, antecesores de la civilización china propiamente dicha) y con unas figuras de ojos penetrantes que causan cierta inquietud (personalmente, me recuerdan a los totems de los indios norteamericanos, y también a alguna película de viajes espaciales de cuyo nombre no quiero acordarme).
Durante siglos, nadie en China supo de la existencia de Sanxingdui, era una civilización completamente enterrada por el tiempo. Sí se ha sabido durante milenios que la misma zona de Sichuan hubo un reino, el de los Shu, que fue conquistado por los Qin, quienes unificaron China hacia el 200 AC. Pero no se sabía mucho de qué había en Sichuan, zona remota y salvaje para los antiguos chinos, antes de los Shu.
Ello empezó a cambiar cuando en 1929 un campesino de Sichuan descubrió por casualidad unas piezas de jade extrañamente decoradas que enseguida llamaron la atención de los arqueólogos. Se hicieron muchas excavaciones en la zona, pero la falta de suerte y la inestabilidad política de China en las décadas siguientes dificultaron la búsqueda y no fue hasta 1986 cuando se hallaron dos tumbas repletas de objetos de la que sería bautizada como cultura de Sanxingdui. Algunos compararon la importancia del hallazgo con la que había tenido, unos años antes, el del famoso Ejército de Terracota.
Los restos de Sanxingdui cambiaron la forma de ver la Historia antigua de China. Por una parte, mostraron que en el Yangtsé, en el centro del país, habían florecido civilizaciones tan avanzadas en el arte y la metalurgia como las más famosas civilizaciones del Amarillo, el supuesto origen de la cultura china. Además, su evolución cultural era totalmente diferente, como prueba el aspecto de las estatuas. Pero ¿de dónde venían? ¿Cómo eran? ¿Que representaban esas figuras de ojos extraños? ¿Cómo desapareció su civilización? Nada de eso se sabe, Sanxingdui sigue siendo un misterio.
Un misterio para los historiadores, y algo casi desconocido para los chinos actuales, que apenas conocen la existencia de Sanxingdui ni apenas la han estudiado en sus libros de texto. Un museo perdido, en la ciudad sichuanesa de Guanghan, muestra las espectaculares obras antes mostradas en un escenario casi de ciencia ficción, pero que casi no visita nadie.
Pese al olvido popular, el enigma arqueológico de Sanxingdui, como no podía ser menos, ha estimulado las mentes más calenturientas, las ávidas de encontrar respuestas, aunque éstas sean poco otodoxas. Por supuesto, hay Ikerjimeneces de la vida que ven en las caras de Sanxingdui indicios de visitas extraterrestres en la antigua China (no creo yo que sea así, pero lo menciono). A algún bloguero español Sanxingdui le ha inspirado relatos con ilustraciones comiqueras. Ah, y se prepara el rodaje de una película que intentará abundar en una de las teorías sobre el origen y el final de la civilización. Un filme que, ojito, podría ser la primera coproducción cinematográfica chino-española de la historia.
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