jueves, 28 de noviembre de 2024

Masonería: De gran secreto a simple discreción, por Fernando Villegas

 (Articulo publicado originalmente en el diario La Tercera, 2007)





Los masones están por doquier. Y aunque no en secreto, pero discretamente, sin alardes, siembran las semillas de su concepción del humanismo, la razón y la divinidad. Están en el Parlamento, el gobierno, la judicatura, los ministerios y las Fuerzas Armadas.

De cuándo se originó la masonería, ante cuyo solo nombre nuestras abuelas hacían cruces, no hay consenso entre los estudiosos. Lo más seguro es que no se remonte más allá del siglo XVI.

La hermandad nació -o más bien se fue haciendo- a partir de gremios dedicados a la albañilería durante lo que el historiador Huizinga llamó el “Otoño de la Edad Media”, esto es, cuando esa formación social iba ya en retroceso. De ese antecedente laboral derivan sus marcas de fábrica: el compás, el martillo, la plomada, el mandil.

De ahí también viene la elaborada parafernalia y secretismo de sus ceremonias e “iniciaciones”, todo muy del gusto -y a veces necesidad- de las sociedades profesionales urbanas desde la era del Imperio Romano en adelante; de ahí sus rangos, partiendo por el de “aprendiz”; de ahí su costumbre de llamar a Dios “el Gran Arquitecto”.

Como sea, esta hermandad, posiblemente al principio no fue más que un club de colegas, tendió a agrupar gentes dadas a ver el mundo desde la perspectiva natural del que edifica, que es la de la razón y la medida, el conocimiento fundado en los sentidos y el cálculo. De otro modo, los edificios se caen.

Esa actitud, en una época en extremo religiosa, podía ser peligrosa. Los ricachones y los príncipes, escudados en su poder y haciendo uso de juglares decapitables, podían bromear abiertamente a costa del orden social, pero a meros artesanos no les quedaba otro refugio donde pensar en alta voz que un club con cierto aire y grado de vida clandestina y secreto.

Por la misma razón la masonería, a medida que extendió sus tentáculos, tentó no sólo a gentes de intelecto sino también a adversarios potenciales del viejo orden. En su momento de gloria, a fines del siglo XVIII, convocó nada menos que a Joseph Haydn y Mozart, dos eminentes genios de la música.

Al mismo tiempo fue refugio de librepensadores, de enemigos de la Iglesia y las monarquías, de los privilegios de casta, de la superstición y la injusticia. Tal fama ha durado más de lo merecido. Aun mucho después que ese papel fue tomado en posta por otros movimientos, entre la “gente bien” la masonería conservó cierto tufo a azufre.

La verdad sea dicha, los Mozart y los Haydn han sido reemplazados, hoy, por gente más normal: dentistas jubilados, ex empleados de la Contraloría, bancarios y abogados de la plaza. Eso no significa que no haya notables.

O al menos tan notables como estos tiempos mesocráticos lo permiten. Pero sin duda el antiguo filo se ha embotado algo y la antorcha llameante se ha extinguido un poco.

La Gran Logia

La Gran Logia de Chile ostenta su cuartel general en calle Marcoleta, en un edificio de muchos aposentos, comedores, oficinas, un dédalo de pasillos y cavernosas salas de reunión. En su hall manifiesta una arquitectura monumental con cierta perceptible hebra de clasicismo algo marchito expresado por numerosos bustos en piedra al estilo romano tardío.

En violento contraste, montando guardia al lado de la recepción, una espeluznante escultura a cuerpo completo de un feroz toqui araucano parece estar a punto de saltar sobre el visitante para darle duro con la macana.

Murales repletos de simbolismo y filas de sombríos retratos de Grandes Maestres que ya rindieron cuentas al Gran Arquitecto completan el escenario. En algunas salas de reunión el cielo raso está constelado de signos astrológicos.

Hay en estos aposentos, donde las logias se reúnen, pedagógicos pupitres, estrados magisteriales, candelabros de muchos brazos y espadas de utilería. Se diría, por momentos, estarse en la rectoría de un colegio fiscal de los años 40. Quien preside todo eso en calidad de Gran Maestro es don Juan José Oyarzún, ex capitán de Bomberos de Santa Cruz.

En sólo eso ya se ve que la hermandad ha abierto ampliamente sus brazos a la humanidad toda. Oyarzún entró a la masonería el 25 de julio de 1959, a las 9 de la noche, en San Fernando, con todas las ceremonias de rigor: -Un viernes santo un bombero me dijo que pasara lo que pasara no se podía tocar la sirena.

¿Por qué?-Pregunté.

“Porque sería una herejía”, me respondieron. Yo la toqué igual y eso me ganó la ira del pueblo. Algunos me dijeron “usted debe ser masón”. Eso encendió mi curiosidad y comencé a averiguar. Ahí me interesé.

En fin, llegué a ser masón….

Y eso, ¿qué significa?

¿Qué persigue la masonería?


Lo nuestro es un humanismo evolucionado…



…y que sabe influir.


Al menos eso se decía de ustedes, que estaban detrás de muchas cosas…

Sí, es nuestra leyenda negra, la cual en realidad es una leyenda blanca porque en efecto ha ocurrido muchas veces que acuerdos, buenos acuerdos, se han celebrado aquí, entre los miembros de la logia.



En seguida, el Gran Maestro me cuenta su historia.

Tiene sexto humanidades, pues debió interrumpir sus estudios de ingeniería por razones económicas.

Eso lo convirtió en autodidacta, lo cual, a fin de cuentas, está muy dentro de la tradición masónica: la autoformación, el crecer con un esfuerzo personal, el instruirse toda la vida. Los masones no se impresionan con doctorados comprados en yanquilandia; les interesa más el hombre que se hace a sí mismo.

Luego Oyarzún habló con nostalgia de los magníficos años que pasó en Endesa. De hecho, se jubiló como gerente de la empresa eléctrica de Melipilla. Como él, el resto de la membresía podría contar historias parecidas.

Se trata de profesionales o empleados de clase media con una vocación por la cultura y el aprendizaje, gente culta y de buena voluntad que desea instaurar la ética en la vida.



-Por lo cual- le pregunto al Gran Maestro- deben ustedes haber apoyado el sueldo ético del padre Goic…




-Nuestra aspiración es ser referentes éticos, no políticos, ser hombres buenos y tratando siempre de ser mejores.

¿Pero eso del salario ético?

Mire, como se decía antes, a Dios lo que es de Dios y al césar lo que es del césar.

-Hombres buenos, dice usted…¿y las mujeres?

En la masonería chilena no entran mujeres…. Y luego el Gran Maestro comenta: -Como dicen los españoles, el hombre es de fuego, la mujer es de estopa y entonces viene el diablo y sopla…

Los temas

¿En qué andan o están los masones, hoy, se preguntará usted?


En la educación.

Las 208 logias existentes a la fecha -25 mil miembros- se dedican, estos días, a estudiar textos y discutir sobre esa materia. En eso, como en todo, la masonería no actuará como cuerpo. “Nunca lo hacemos”, dice el Gran Maestro. Intervienen, explica, sólo por medio de la influencia dispersa pero persistente de sus miembros en cada una de las muchas esferas de la vida donde aquellos se encuentran.

Los masones están por doquier y, aunque no en secreto pero discretamente, sin alardes, siembran las semillas de su concepción del humanismo, la razón y la divinidad. Están, por cierto, en la Comisión Presidencial de Educación.

¿Su número?

Posiblemente entre 3 y media docena.

Oyarzún no hace más que sonreír cuando se le piden detalles. Los hay también, reconoce, en el Parlamento, el gobierno, la judicatura, los ministerios, las Fuerzas Armadas, etc.

-El mismo Pinochet fue uno de nosotros por un breve tiempo -reveló - …en la logia Victoria, en los años 40. Debe haber sido para agradar a su futuro suegro, el señor Hiriart, que era masón.

A la semana de hacerse miembro, se casó. Después ya no participó más…

A propósito, se les critica a ustedes el silencio que guardaron durante ese gobierno.


-No podíamos tener postura corporativa porque estábamos divididos y, además, la masonería nunca las tiene… Predicamos y fomentamos la libertad y pensamiento individual.


Para ese privilegio los miembros pagan unas 200 lucas al año.

Y han debido ser aceptados, lo que no es trivial. El candidato a masón debe ser presentado por un masón y el nombre del postulante, explica Oyarzún, “circula en un boletín por todas las logias, a ver si hay objeciones”.

¿Algún logro, últimamente, de la influencia benefactora de la orden?


La actual preocupación por los temas valóricos tiene mucho que ver con nosotros…





Más detalles, para los interesados en la obra, en www.granlogia.cl. No olviden las 200 pepas y el aval.





No hay comentarios:

Publicar un comentario